sábado, 19 de febrero de 2011

La razón que grita

"La razón no grita, la razón convence" escuché a alguien decir mientras yo discutía con otra persona sobre la actual situación en la UPR. Se refería por supuesto a la forma en que los estudiantes en huelga llevan a cabo la mayoría de sus manifestaciones. En el momento el antiguo refrán me cayó como bomba y lo ignoré, sin saber cómo reaccionar, ni qué contestar, y seguí discutiendo con quien ya lo hacía. Varios días han pasado desde entonces, y junto con los días más sucesos de los cuáles hablar en la UPR.
El refrán quedó grabado en mi subconsciente y hoy mientras tomaba el tren en dirección a la UPR (una vez más) no pude evitar reflexionar sobre el refrán y en cómo se aplicaba a la realidad y el contexto de las pasadas dos semanas. Tal vez sea cierto eso de que la razón debe convencer y no gritar. Pero también es cierto que para que la razón convenza debe ser escuchada. Sin embargo en los pasados días, o meses o quizás años, la razón ha sido ignorada. Cayendo en el vacío y en oídos sordos todas las palabras, propuestas, sugerencias, quejas, que ha emitido. Se ha encontrado de repente la razón dirigiéndose a paredes o tratando de explicarle algo a una piedra o haciéndole propuestas a un pozo vacío. Es por esto que la razón no ha convencido, como es "debido", porque como es "debido" tampoco ha sido escuchada. Se le han negado las oportunidades de convencer una y otra vez. Con cada respiro que cogió para comenzar un diálogo, fue mandada a callar sin apenas haber emitido el más mínimo sonido.
Y como vivimos en un mundo en el que todo debe ser de cierto modo pero nada es como debe, pues en vez de convencer la razón, ha convencido la irracionalidad. Porque tuvo más oportunidades de "hablar" para convencer. Aunque realmente la irracionalidad ha gritado más que la razón, la diferencia está en la forma en que ha gritado. Ha gritado a través de un micrófono, de la prensa, los noticiarios radiales y televisivos. La irracionalidad a gritado a través de los medios de comunicación, una vez más engañando a quien la escucha para q sea confundida con la razón. Gritó con un tono moderado de voz, gritó de una forma distinta, para pasar como la razón que convence, habla, argumenta y aún con este disfraz ha gritado tanto o más que la razón. Como consecuencia son muchos los confundidos, los que no saben distinguir racionalidad de irracionalidad.
Y la razón se ha visto en la necesidad de gritar, cansada de hablar a oídos sordos, oídos necios, oídos intransigentes, impenetrables. La razón ahora grita en la voz de aquellos que la poseen. Grita, con la intención de ser al menos oída, con la esperanza de poder en algún momento dejar de gritar, para volver a hablar. Pero esto sólo pasara cuando los oídos estén dispuestos a escuchar, a entender, (por que el que se atreve a escuchar se arriesga a entender y dejarse convencer), a convencerse, hacer lo que "debe". Mientras, la razón seguirá gritando de distintas maneras y formas. Seguirá persistente, energética, dispuesta, con voz inmutable, infinita. Porque así cómo no ha perdido la voz en los momentos de dar interminables argumentos, en múltiples diálogos a través de la historia, tampoco la perderá ahora que grita. Y seremos muchos los que prestaremos nuestras cuerdas vocales, pulmones, voces, cuerpos para que la razón nos posea mientras de la misma forma la poseemos a ella.

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